martes, 31 de agosto de 2010

"32 de agosto..."

...Golpeé el pedazo de una esquina con el puño, lo suficientemente dócil como para no romperme los nudillos contra la pared graffiteada. En la cara sentí el frió del rocío continuo de la noche del peor día de la semana, el celular anidado en el bolsillo derecho del pantalón vibraba tanto como me temblaba el pecho, las manos y la mandíbula en esa mezcla horrorosa de frío, nervios e impotencia.
La rosa se me escapo de las manos como quien huye de un desconocido, casi que ni me miro a la cara antes de caer al piso.
-¿Por que siempre me tocan estas noches para darme cuenta de las cosas?- Le pregunte a la parada del 124 mientras le mostraba las palmas en señal de entrega y sinceridad.
-Haga su fila aquí...Contestó casi de manera sarcástica para con mi situación amorosa.
Ambos auriculares daban los tintes irónicos de la noche en cuestión: En mi cerebro daban un recital a beneficio de esta inundación ocular, con interpretes melódicos de habla hispana, y alguno que otro internacional. Canciones de autores que seguramente escribieron dichos temas recordando noches como las que yo estaba viviendo en ese exacto momento. 
...Recital carente de publico, por supuesto. Pero con palcos preferenciales para gente discapacitada en esto de "La buena suerte en el amor".

Escondiendo la cabeza entre las rodillas sentí que toque fondo. Coronando un mensaje, antes de apretar "Send", sentí que ya no valía tanto la pena. Y al ver la cara del colectivero cuando vio la mía, definitivamente sentí que no me merecía esta noche, ni las que se me venían encima.
Y el recital se vio empañado por un ruido de pensamientos pelotudos dignos de un corazón roto. Que se la pasaron arrojando proyectiles a la gente que solo quería disfrutar del espectáculo.
-Estas cosas le pasan a las mujeres... Estas son las razones que ellas utilizan para decir "Son todos iguales"... Yo no soy mujer, no me gustan los hombres!!- Pienso entre cuadra y cuadra, mientras me cuestiono la homosexualidad como una solución a todos mis problemas.
Me levante del asiento casi de un salto, sentí que estar quieto por mas de 5 minutos podia producir una explosión física de dimensiones desconocidas. 
El recital venia en picada, y aunque la música seguía y las letras no paraban de ironizar con mi realidad. 
Los proyectiles de parte de su computadora portátil caían precipitadamente contra mi escenario, mi vida y mis dos ojos.

...El timbre del colectivo no funcionaba, pero dada la poca población arriba de dicho vehículo (y la hora), no le costo demasiado al señor chófer darse cuenta, gracias a esos espejos convexos que tienen, que pretendía bajarme en cuanto pudiera. En mi cabeza imaginaba su pregunta: "-Tan rápido se baja este pibe?"
El cable de los auriculares se enreda en el saco que llevo puesto y puteo por mi torpeza. Apoyo la mochila que venia acarreando hace mil cuadras (o tal vez 10... ya ni sabia) en un punto estratégico en donde la lluvia se mantuviera alejada, de una cuadra que si no me equivoco estaba al 3600 de algún punto de la Capital Federal.
De ahí en adelante el reloj se comporto extraño: El próximo segundo inmediato siempre duraba algunos minutos y cada minuto duraba un par de horas. Ni hablar de esas horas, que fueron casi siglos entre cuadra y cuadra.

Una de las bandas invitadas al evento cerebral (como siempre ironizando, ante éste, su organizador) grita una frase que suspende el llanto por un segundo... Algo así como "No sufras por nada que te tenga en segundo lugar...".
Se aleja esta noche y me empieza a perder.
Y de nada sirve el adiós... Mientras me cuestiono: ¿hasta cuando te querré como te amo hoy...?
...Y es definitivo, el reloj se me caga de risa...

Un mensaje cae como cuchillo a un corazón, que harto de esquivarlo, se deja penetrar por la dura solidez del filo. Podría haberlo desgarrado, pero bueno fué que no intento quitarlo...
Y mientras sostenia con el corazon el cuchillo clavado en él, decidí liberar el monstruo que todos llevamos dentro y que nos avergüenza mostrar: El del desesperado, el que pregunta sabiendo la respuesta, el que pregunta de manera inocente "-Por qué?" a esa intención de seguir hundiendo el filo en aquel músculo. El que devuelve de la misma violenta forma todos los proyectiles que le vienen tirando. 
...Todo, por supuesto, mostrado en un gasto de crédito telefónico innecesario que padeceré en un fin de mes nefasto...

Y mientras mis oídos escuchaban su voz con argumentos sobre toma de decisiones, sobre cosas hechas de manera "correcta" y sobre futuros inciertos, el monstruo volvió a su cucha, la lluvia incremento su copiosidad y mis palabras se ordenaron de manera correcta una detrás de otra, como una fila de patitos detrás de su mamá. Me encontré con piedras en la mano que iba a arrojar y me sentí mas inmaduro de lo normal. Que si se quieren resultados diferentes, hay que arrojar los proyectiles, pero de manera diferente:
Cada frase de mi autoria fue sentencia y cada respuesta fue un silencio. Cada prediccion de mi autoria la senti como una certeza y cada respuesta fue un silencio. Cada aclaracion de mi autoria fueron como consejos y cada respuesta fue un silencio.
...Mi propio retorno del auricular del telefono me recordo que ya no soy el mismo.
Y cada silencio de su autoria me recordo que ella es la misma, la que se va a volver a equivocar.
Cuando una charla se convierte en un monologo, y cuando dicho monologo lo dirige quien les escribe sin que nadie le interrumpa el envión que va agarrando, es por que tan equivocado no está.

Mi cabeza de golpe vio futuro, y lo vio claro.
La lluvia de esta noche no fue casualidad.

Mi orgullo volvio a mostrarse para sacarse un guante y prestarmelo, antes de volver a desaparecer a la vuelta de la esquina.
Con dicho guante desafié al destino, la desafié en su futura autoria. Un reto, claro y no tan sencillo.
-Te reto a que puedas volver a ser feliz sin mi en el cuento- Escupi como quien escupe un ultimo suspiro.
Y luego de un discurso de futuros no tan lejanos, sentencie: -...y sabes que tengo razón.- (Recalcando el punto final)

Rogué un adios... Y sin creerme ni una sola palabra, una vez mas le deseé suerte.
Al cortar el teléfono me encontre sentado en un escalon de una casa vieja, y al levantar la vista vi escrito en la pared un ajeno "Mariano te amo" firmado por una completa desconocida a mi realidad y a mi barrio.
-Un tocayo suertudo...- pensé con una sonrisa comprensiva, mientras pateaba con bronca una piedra de la vereda a la calle y deseaba que ese graffiti sea dirigido hacia mi.


Me sorprendió un vecino con su cigarrillo de madrugada en la puerta de su casa, sonrío y pregunto: 
-¿Problemas...?- Parece que escucho parte de la conversación.
-De los mas hermosos- Le contesté, buscando complicidad.
-Nadie que te derive en esa cara de tristeza una noche gris como la de hoy, vale la pena campeón...- Contestó.
Mientras titubeé mi respuesta, declaré: -El problema es que alguna vez, si lo valio...- 
Una bocanada salió de entre sus labios, muy notoria aún para la lluvia y la luz del pasillo que lo acompañaba detrás suyo, convirtiéndolo en una silueta envuelta en humo.
-Entonces es un problema que ya no es tuyo, pibe...- Dijo antes de toser y frotarse el brazo con la mano en señal de frió...
-...Mejor sera dormir- Le tiré, y sin esperar respuesta cerré la puerta tras de mi.
Apoyando la frente contra aquella puerta ya cerrada, recapitule extractos de los minutos anteriores y una mueca de resignación salio de mi.

Ya mientras el colchón preparaba los brazos para abrazarme el resto de noche que quedaba, las almohadas hacían piruetas para robarme una sonrisa... Ese olor a día lluvioso invadía el ambiente y todo se percibía más húmedo...
Al acostarme me cuestione seriamente si la charla con aquel vecino fue algo real o no. Y sinceramente, no me importo dilucidarlo. Si estaba loco, era mejor no saberlo.

-Las cosas están en sus manos...- me dije en voz baja, recordándomelo.

Como aquel camino de doble mano, limpio de piedras con las que tropezar, que se ve empapado por una lluvia que no termina, mi cama era deposito de aquel río salado y desesperado, que solo se percibe cuando casualmente alguno de los labios recibe una gota perdida.
Y mientras daba los últimos retazos de esta escena triste, me encontré mas calmo. Por primera vez en toda la noche mi visión era capaz de alcanzar un rango mayor a uno o dos metros desde la punta de mis pies.

-Estoy mas tranquilo...- Me dije, siguiendo esa costumbre de recordarme las cosas en voz baja (O tal vez fue un juego visual de la oscuridad para que esa noche, se termine de una vez...).

Entre sueños creo que sonreí, y como quien manda un mensaje al futuro, recalque el "NUNCA". 
Y semidormido, bostecé: -Marianodiaz, arroba live, punto com... quincecinco, cientoveintidos, ochentaysiete... setentaysiete...-


...Desde esa noche, estimada, me es imposible dormir en otra posición que no sea boca arriba. El cuchillo en mi corazón, ya oxidado de tanta lluvia, me impide descansar de la forma que quisiera.
El vacío en el pecho que alguna vez le conté, ahoga todo tipo de escapatoria...


-Mariano

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