sábado, 6 de agosto de 2011

Genética de un beso:

Soñé que estabas ahí, soñé que mis manos presionaban tus palmas, mi sonrisa presionaban tus ganas y tus ojos presionaban mis intenciones. Entre miedos y relojes, me miraste desde la pequeñez de tu estirpe, alzando un claro cielo a 45 grados de mis pupilas. Dibuje la intriga en mi expresión, tu sonrisa dibujo timidez en tu situación. Un beso ganó la parada y ahí recordé que esto se trataba de un sueño. Ni en mi mejor momento seré capaz de flotar tan literalmente. E igualmente me ignore, y me lo actué como si fuese la realidad mas pesada. Realidad que se plasmaba en un lento ir y venir de par de labios. Labios con mas sutilezas que claridades, labios que por instantes olvidan el significado de las palabras, labios que se encargan de transmitir lo que el cerebro emite sin  la estruendosa necesidad de las ondas vibratorias emanadas de un interior un tanto vacío, labios que transmiten conceptos con pequeñas caricias de labios superiores a inferiores y de inferiores a superiores, labios mullidos en un calor de arrabal húmedo y sincero, labios que apartan a los golpes a estas narices que se interponen en el camino de izquierda a derecha y viceversa, labios que demuestran lo que después las palabras intentarán acaparar. 
Labios que en algún momento se separaron, y esa, o algún tipo de expresión retornaba a su rostro. 
Y el sueño acabó.
El mediodía ataco una de mis pupilas, cierto perfume se traslado de un lado al otro. Aún sin saber descifrar realidad de las creaciones oníricas, alce las pupilas buscándole una explicación a los restos del ph de tu saliva en mis labios. La certeza de confirmar los recuerdos de un sueño, a veces, lo refutan y traen a la realidad.
Esos segundos después de finalizar el proceso inconsciente aparentan ser los mas reales. Momentos en los que se sienten aun mas reales esas sensaciones que nos recorrieron en posición horizontal y aferrados a una almohada. Sueños que rogamos por que no acaben y santurronamente se disipan en el mejor de los momentos. ¿Fue real o no aquella sensación zoologica en mi estomago? el ph y las proteínas de tu saliva pudieron no haber contactado a estos labios, puede ser. Pero que real fue ese mensaje subliminal de milímetros por segundo entre mi labio inferior y el superior de tu pertenencia. ¿Acaso la realidad se bate a duelo con sensaciones inventadas por un cerebro hecho de un cóctel de neuronas, materia gris y un tarro de recuerdos y sensaciones asociadas?
Yo diría que no. Se complementan y forman un tremendo e inenarrable momento singular, el de la libertad del deseo, de la descripción epistolar. Resguardando egoistamente a mi soledad la sensación de un beso que no se sabe si duro un segundo o varias horas, sin más. Quisiera hacerte parte, quisiera regalarte esta sensación. 

Dudemos de toda certeza, dado que dicen que una imagen vale mas que mil palabras, y ante la imposibilidad de mostrar una foto de mis sueños, este texto tiene 531 palabras.
Y estoy seguro, valen mas que una sola imagen.

Dudemos de toda certeza, duda de esa, tu certeza.

-Mariano

martes, 2 de agosto de 2011