viernes, 21 de mayo de 2010

Mi version del amor:

"Amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño..."
(Joaquin Sabina)

Un juego de palabras un tanto intrincado, es aquel supuesto logro humano, en donde uno debe encontrarse a si mismo. Y yo alguna vez me pregunte que puede haber de logro en "encontrarse a uno mismo". Como si uno fuese el mismo ser toda su vida y la misión que se le asigna al nacer, es justamente, vivir e interactuar con el mundo... para encontrarse a uno mismo?

No. No me gusta, No lo acepto. Lo importante en esta vida, lo realmente imperativo, es encontrarse con alguien. Digo, somos seres sociales por naturaleza, no debemos encontrarnos a nosotros mismos, debemos encontrar a alguien, a ese alguien.

Llamémoslos uniones, puentes, nexos, conexiones...
Lograr esas uniones, tender esos puentes temporales o no, y que no están construidos por otra cosa que por anécdotas, sensaciones, recuerdos.
Y se anda por ahí, en esta soledad que es la vida, y de golpe tropezamos con otro ser similar a uno. Se comunica, nos comunicamos, se establece un "algo" y se forma esa unión, ese puente entre 2 entidades con nombre y apellido, dispuestos mutuamente a entregar parte de su intimidad a cambio de la otra.
Si... eso cada tanto sucede... Y percibo que es algo que debe ser festejado, o al menos descorchado.

Eso es el amor.


Es el nexo, el puente. Y todo aquello que compone esa unión. Es, en mi opinión, EL logro en la vida. Aquello por lo que somos capaces de sentir este extraño pero maravilloso sentimiento.
Me considero un hombre que pasa más de la mitad de su tiempo ocupado en el amor. Y eso no quiere decir que pienso la mitad de mis días en alguna atorranta, santa, rubia o morocha. O que me la paso escribiendo poemas con objetivos claros y certeros.
No estimado... En mi lista de prioridades, el encuentro del amor es el objetivo primario.
Me guste o no.
Y entendí, en base a esa búsqueda, que lo contrario a la muerte no es la vida, sino que es el amor. Lo único que uno no pierde a lo largo de toda su vida, y que se conserva con los años (y agregaría que: cuanto más viejo, peor), es la necesidad de amar y de ser amado. De ser bendecido con los piropos cotidianos de esa persona impoluta y perfecta para nuestros sentidos.


Y uno se enamora cuando transforma a ese ser. A esa mujer.
Pero cuando la transforma en serio. No cuando lo transforma en alguien estéticamente linda, en alguien inteligente o en alguien graciosa... Seamos sinceros amigos, eso lo es una cualquiera de por ahí. Uno se enamora cuando transforma a esa mujer en un ser irremplazable para su vida. Cuando esa persona es la responsable principal de nuestras sonrisas, de nuestras tristezas. Y con esto, además, vienen de manera inmediata miles de sensaciones del tipo mas físicas, mas eróticas, que no son más que fenómenos que se encargan de disfrutar del beneficio físico de ser hombre y que ella sea mujer... Y de satisfacer instintos y locuras a veces irrevelables.
Con la libido, con el erotismo, con el impulso sexual... Da lo mismo la fulana de la esquina que la mengana de la vuelta. O aquella que conocí el sábado a la noche a esa que me dice que me extraña en el celular cada noche. Con eso no alcanza.

No. Con el amor real, no hay posibilidad de reemplazar a nadie.


Este fenómeno, el amor, debe suceder por razones misteriosas, ¿ancestrales?, ¿mágicas?
No lo sé,
Lo que si se es que no tiene nada que ver con el cuerpo de aquella mujer, con su ir, con el escote o hasta su inteligencia, gracia o forma de ver la vida. Todas estas cosas, no son solo más que los factores que contribuyeron a un acercamiento, a gestar una atracción física, a preparar la mesa a esa antesala que puede ser una posible historia de amor.
¡No! Yo voy mas allá, a eso que no es posible planearlo, que simplemente sucede y ya.
Que es mezcla de sensación física con locura mental, que se asemeja a una contracción continua y graciosa del estomago en algunos casos, a el escalofrío simpático por la columna vertebral en otros. O simple y llanamente a una trompada en la cara sin aviso previo...


Atrás viene una sensación de ansiedad... de consumar, de hacerlo lo más mágico posible, de cumplir las expectativas. Y luego de eso una sensación de ansiedad constante. Que termina de definirse en algún tipo de miedo con sabor agridulce. Miedo y ansiedad.


Uf, cuanta contradicción, cuantas cosas. Y todas juntas e inexplicables. Cuanta inseguridad produce saber que es el amor, al menos en la teoría.


...Miedo y ansiedad constante? ...Desdicha y felicidad?
Porque el amor es eso... es peligro.
Es estar parado sobre una superficie inestable, sobre una roca movediza y no querer apartarse de ella. Es vivir la hermosa incertidumbre de no saber si esa felicidad será eterna.


...Es que, de que sirve el amor garantizado? De que serviría una garantía de satisfacción a la hora de enamorarse de alguien? No sería más que arruinar la esencia del sentimiento.
Que sufrir por amor es horrible, pero vale la pena el peor infierno con tal de vivir un gran amor.


Sin embargo uno, en todo este trajín, no se queda contento con ese carácter único ya logrado en la otra persona, sino que no contento con eso, uno continua atribuyéndole virtudes a esa persona, tantos que ya algunos no son del todo verdad.
Y eso importa? dirán...
No... El amor además de peligro, es también un engaño mutuo pactado tácitamente entre dos personas, en el cual se dotan de virtudes y gracias a veces irreales. Nutriéndose entre ellos, dado que ya no hace falta nada más externo. Nada más que la aceptación de esa compañera.


Y si,
¡Es que una vida sin amor no vale la pena! Es indudable que el amor es algo imperativamente necesario:
Salgamos de nuestra realidad por un segundo, dejemos en plano terrenal y mortal e imaginemos una raza de inmortales...
Ahora cuestionemos sus posibles acciones amorosas: ¿Sera necesaria en una sociedad así la existencia del amor? No necesitan procrear, no necesitan mantener una especie... ¿Sera posible que en este caso la existencia del amor no sea del todo necesaria...?


La única conclusión que puedo sacar de este supuesto es una sola:
Y ya volviendo a nuestra realidad, entonces, el amor ES la inmortalidad, entre nosotros, que somos meros seres mortales.


El amor nos convierte en constantes a lo largo del tiempo... Y ojo, que el tiempo y el amor son conceptos que se llevan de una manera extraña, "El amor es un 'Será', o es un 'Fue', pero no es nunca un 'Es'...".
Uno se da cuenta de lo feliz que ha sido después de sucedido. Amar es algo que sucedió siempre en el pasado o sucederá en el futuro. En el presente tal vez sucede el erotismo, la satisfacción del momento. Pero el amor es siempre así... Fue... o Será...


Es algo huidizo, se fuga del presente para internarse en el ayer o el mañana.
Podría decirse que es como escribir, dado que mientras uno escribe no es del todo feliz, no es lo que se dice una actividad grata...
...Pero si es grato haber escrito.
Uno siente placer mientras canta, mientras actúa tal vez... Pero no mientras busca un desenlace, escribe un verso o establece una trama.


En el plano amoroso, cuando el amor 'Es', cuando es presente, no terminamos de darnos cuenta que es exactamente. Cuando nos preguntan, diremos: "-Y si, será amor, que se yo... yo lo disfruto... Estoy contento.".
Poco importa confirmar si uno está enamorado o no, dado que nada importa más que saborear ese momento. Y un día ese amor termina y se convierte en un 'Fue'... Y ahí ese amor se consagra, se convierte de un simple amor, a un amor increíble, irrepetible.


Y esos amores irrepetibles, son tan necesarios como tormentosos...
Uno se enamora de aquella persona que tiene poder sobre uno. Las armas de ese poder naturalmente pueden ser la belleza, la gracia, la inteligencia, la seducción... y miles de cosas más.
Pero cuando uno ve a una mujer con el cartel escrito en la frente que dice: "Te voy a hacer sufrir...". Listo.
Chau... Uno se frota las manos y ya es tarde para dar la orden de retirada.
Nada seduce más. Y si... es hora de decirlo públicamente:
Las mujeres que no saben, ni pueden hacerme sufrir, naturalmente no me importan, ni me han de importar.

El amor tiene ese componente inevitable que es inversamente proporcional al componente del goce. Y no me nieguen con la cabeza, que aceptar la realidad no es estar de acuerdo con ella.
Vamos, que si alguien tiene la piel tan gruesa para evitar el dolor, seguramente tampoco podrá gozar de una caricia. Por ende, el que tiene la suficiente sensibilidad para gozar, también la tendrá a la hora de sufrir.

Y claro, siempre está el conocido, amigo o personaje que se leyó un libro de Jorge Bucay o de Gabriel Rolon (mis más sinceros respetos a ambos autores y psicoanalistas) y se cree un crack a la hora de aconsejar porque se siente hijo del mismísimo Sigmund Freud por haber leído un libro sobre desamores o problemas personales.
Y este vendrá ante tu llanto, ante tu desdicha y te dirá: "-Si un problema tiene solución, no vale la pena preocuparse. Y si no la tiene, ¿que ganas con la preocupación?".


Y no hay frase que odie más, dado que además de parecer un trabalenguas, ese personaje que intenta ser consolador no hace más que confundirse en cuestiones de la vida y sentimientos:
A ver... La soledad, el desamor, la angustia, los desencuentros y por qué no, la injusticia... Todos esos no son problemas, sino que son tragedias... Y por las tragedias uno no se preocupa, por las tragedias uno se desespera:


Mientras el padre lloraba la muerte de su hijo un amigo se le acerca y le dice:
-¿Por qué lloras, si sabes que ya es inútil...?
Y el padre, secando sus lágrimas, le contesta:
-Exactamente por eso es que lloro... Por que se que es inútil...

...Que el desamor es una tragedia, y también es parte del amor, dado que es el fin del mismo.
Pero basta, supongo que eso ya será parte de otro texto...

+mAro

"Desgraciadamente pienso que el amor trae más pesares que placeres. Ahora claro que la felicidad que da el amor es tan grande que más vale ser desdichado muchas veces para ser feliz algunas. ¡Es también una cuestión de estadística! Yo creo que todos nosotros hemos sido muy felices con el amor alguna vez y también creo que todos hemos sido muy desdichados muchas veces. El amor le ofrece a uno esa incertidumbre, esa inseguridad del hecho de poder pasar de una felicidad absoluta a la desdicha; pero también de poder pasar de la desdicha a la brusca, a la inesperada felicidad. Pienso que es una experiencia y uno no debe rehusar experiencias..."
(Jorge Luis Borges)

lunes, 17 de mayo de 2010

(escriTo en) ,,,la Decimoseptima

Dulce registro, a la decimoquinta vista,
Tiende a una inocencia particular,
Y la sonrisa me dibuja las ganas,
Las "Ganas de...",
...de nuevo ver.
Y lo evalúo bajo un nuevo techo,
Mi futuro ya toma otro color, nuevo trecho.
Cada centímetro, es mi responsabilidad,
Y de nuevo ver, de nuevo saber leer...
Mi futuro ya tiene otro color,
Escucho que me gritan desde Gaona,
Mientras el frio me dibuja las ganas,
Las "Ganas de...",
...de nuevo ver.
Decimosexta vista, y la mirada se la evito,
Se arrugan las pupilas, ante tal manifiesto.
Dulce criatura, es mi responsabilidad,
De nuevo oler, aprender a volver a ver...
Hastío y locura, se congelan en Flores,
Lindas citas, se escriben bien, en Floresta.
La ortografía de mi alma, me dibuja las ganas,
Las "Ganas de..."
...de nuevo ver.
Mañana amanece, y se porta distinto,
Como el placer, de un Malbec (dis)tinto.
Cada copa de más, vuelve a ser mi responsabilidad,
Y de nuevo, ver.





+mAro
  (J♥)