jueves, 3 de febrero de 2011

Historia de la mujer que podia olvidar...

Esta mujer tenia el don de poder olvidar lo que se propusiese. Tan solo le bastaba gastar 10 minutos de su silencio en concentrarse sobre el tema que necesitaba borrar de su cabeza, y casi mágicamente, al minuto 11, ya no recordaba más.
Si bien le requería una concentración especial y un temple envidiable, era un don codiciado en el barrio:

Estaba el petiso Fernandez, que su mejor amigo le conto como la chica que le gustaba se le habia declarado en el boliche el sábado pasado. Estaba la rubia Gonzales, del 7mo B, que salia con un hombre casado (y aun estaba en duda de si queria olvidar al tipo o a su condicion de comprometido). Estaba el hijo del diariero de la vuelta de su casa, que le habían robado la bicicleta y volvió a tener que hacer los repartos a pie.

Todos ellos, y mas. Gente con deseos incontrolables de olvidar, en menor o mayor medida, cosas que le ocupan espacio en su conciencia, cosas que les atormentan por las noches. Cosas que no se borran por mas que se ruegue de rodillas al borde de la cama.

Y por eso en el barrio esta mujer era famosa, ella era capaz de olvidar lo que se le cantaba. 
Los hombres del barrio le tenian un respeto innato -por no decir miedo-, sabian que si se enamoraban de ella, ella seria capaz de revolear el recuerdo al cuerno y seguir con el próximo que este dispuesto.
No hay nada mas feo que sufrir un desamor en solitario. No hay nada mas horrible que extrañar a alguien que redondamente nos olvido y olvido lo sucedido. No hay miedo mayor que el de la soledad, no fisica, sino en el sentimiento.

Un dia esta mujer se enamoro, genuinamente. El muchacho era, segun ella, distinto al resto. No le interesaba pensar en la palabra "olvido" cuando estaba junto a él. El demostraba en la cancha lo que ningun otro pudo concretar siquiera en palabras. El no le tenia miedo a su condicion, sabia domarla, sabia que decir y que hacer.
Meses pasaron... Años pasaron. Y la pareja cultivo anecdotas dignas de una historia para un guion de cine. El barrio entero ya habia olvidado a esta mujer y a su don, dado que ella al estar asi de enamorada, dejo su famosa condicion de lado para no olvidar nunca mas, todo lo vivia mas real, todo se sentia mas vital.

Un dia la crisis toco a sus puertas. La pareja inedita del barrio se rompió en dos y se sucedieron escenas tristisimas. La cuadra entera se enteraba de sus peleas en base a sus gritos.
El muchacho un buen día desapareció del barco y nadie mas supo de él. Y ella quedo en solitario, cultivando el recuerdo de un corazón lerdo, de un desamor en solitario.

Un día, tomando una cerveza con la la rubia Gonzales en el bar de la esquina, ella le recordó su capacidad de olvidar. Habian pasado meses desde la ruptura y ella era un trapo de piso las 24 horas del día.


Los hombres pasaron de tenerle miedo, a tenerle lástima.

Un dia, viajando en subte, se sentó en el último asiento del último vagón y decidió olvidar de una buena vez. Cerro sus ojos, bajo su cabeza y se concentro... Actuó exactamente igual a como lo habia hecho ya años atrás. 
Era necesario olvidarlo, era necesario sacarlo de su cabeza, era necesario olvidar al mismísimo olvido.

El subte recorria las estaciones mas rápido de lo normal, o eso parecia en los oidos de nuestra protagonista:

El tren llego a destino. Ella no. 
Levanta su cabeza, y descubre que no olvido nada.

Inmediatamente comprendio, que su cabeza la traiciono. Su cabeza se comploto con el corazon, usando su don como arma: La voragine de recuerdos, la estampida de sentimientos, recuerdos que desean volver a vivirse, desvio el objetivo de su olvido.

Supo, y sabe, que en esos 10 minutos deseo olvidar al olvido mismo.

El corazon es traicionero, y la cabeza, a veces, le juega de complice.
Y ella ya nunca mas pudo olvidar.
Todos somos capaces de olvidar. El tema es que, en algun punto, no queremos hacerlo.  
Invocar al olvido continuamente, es la despedida eterna. Es el "-No, corta vos...!" del desamor. Es recordar constantemente la escena del crimen. Es olvidar la posibilidad de olvidar.
Y el amor real, el definitivo, es el peor enemigo del olvido.

Ella abandona el vagón con la misma tristeza con la que había ingresado, sube las escaleras y se choca de frente con él.


...Y los dos sonríen.

-El olvido es una fantasía... -le dijo una sonrisa a la otra.






-Maro


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