martes, 8 de junio de 2010

Sobre la indignacion...

De todos los sentimientos "negativos" que existen, decididamente la indignación, es mi favorito. ¿Acaso hay algo más divertido que ver a alguien indignado por un tema que redondamente no nos interesa? Ni hablar si es una vieja paqueta entonando oraciones que empiezan con expresiones del tipo "-Porqué en este país..." más un largo etcétera, continuando un discurso anti-patriótico, por la razón que venga en causa.

¿Acaso hay algo más inútil, también, que un tipo indignado por amor? ¿O mismo, por desamor...? Aquel hombre que se rezonga a si mismo diciéndose "-Oh amada mía, como puedes haberme cambiado por ese ser deleznable que no me llega ni a los talones, oh destino cruel e insensato, que desdichado soy..." O aquel que se indigna con detalles, con cosas enormes e inevitables, por qué no, se indigna sin razón aparente. Indignación como forma de discurso constante.
La indignación como estado permanente.

Y esto existe, y a veces es alarmante. Es alarmante como sociedad, como estado de crítica constante, de fiscalía con ánimos de solo juzgar, sin solucionar.
La indignación tiene una característica importantísima, que es la de autoexcluirse de dicha situación. Evita la crítica constructiva a simplemente agredir algún concepto o idea especifico sin hacerlo crecer, sin solucionarlo, sin comprometerse. Correrse a un lado, señalar con el dedo y recalcar que uno está en completa oposición a ello. Una cosa es hacerse cargo, criticarlo e intentar solucionarlo, aunque este mas que equivocado.
...Otra es indignarse.
Soporto y digiero mejor una crítica equivocada antes que una indignación acertada...

Aquel padre de familia de viejas épocas, entonando un discurso típico de domingo a la tarde: "Porque en mi época esto no pasaba..." o "Mujeres eran las de antes..." y un extenso y tedioso etcétera. Cuando a uno esto no le afecta, estos últimos discursos suelen sonar hasta graciosos, absurdos, más aun cuando el locutor de estas frases no se da cuenta de lo caricaturizada que suena dicha expresión.
...Vamos jefe, que antes las cosas eran diferentes, no mejores. No se indigne, deje el vino y el garrote en la mesa y compréndalo.

Lamentablemente mucha gente se maneja bajo esa otra forma de proceder, de un supuesto "pensamiento". Alimentados por algún medio televisivo, radial, virtual u on-line. Sobre el tema que venga en tiempo, este alguien escucha o ve algún discurso de alguien que le cierra y soluciona sus contradicciones mentales sobre algún tema especifico. Y luego, en vez de ir, difundir dicho discurso o hacerlo fructificar, por el contrario, se indigna ante el discurso opuesto o que difiere sobre este mismo que él dice y cree saber de memoria.
...Y a eso le llama pensar.
Por solo repudiar una idea diferente a la propia, que ni siquiera es propia, sino que es adoptada y hasta en algunos casos robada.

Y al terreno amoroso, digamos que la indignación no tiene vela, ni entierro, ni gollete.
No existe cosa más inútil, pero aun así mismo, cosa más inevitable, que la indignación ante ciertas situaciones amorosas. Que la mina te dejo garpando, te prometió un cielo mas azul que nunca y de golpe te encontraste pelando las naranjas solito en la cocina de tu casa. Y el tipo se indigna:
Mientras se come una fruta y da vueltas en la cocina discute consigo mismo y se revuelca en un discurso negativo de indignación plena y sencilla: "-¿¡Como me va a hacer eso a mí!? ¡YO! ¡Que le di todo! ¡Los mejores años de mi vida!"
...Vamos amigo, que la indignación en este campo sirve menos que en cualquier otro. La mina no te quiere, y no importa lo que haya salido de su boca, no hay porque indignarse, son cosas que pueden pasar y mientras pierda tiempo y energía en indignarse, jamás aprenderá de lo que realmente sucedió, de sus verdaderos errores, de lo que usted si contribuyo a que lo cambie por un paparulo parecido a usted. Y no se preocupe, desindignese. Que la muchacha ha de estar indignándose por usted también. Repito, no pierda tiempo. El amor y la indignación son sentimientos radicalmente opuestos, tanto que dudo que siquiera se conozcan.
(Además dudo que usted le haya dado los mejores años de su vida, estimado)

Y pasa el tiempo... y de golpe se levanta y se halla intrincado frente a la espera de un algo. Un algo o alguien ajeno a todo pasado:
Que lo llamen, que lo quieran, que lo mimen...
Y... Zas!
...Se indignó.
Pero la pucha, ¿Que está haciendo amigo? Óigame, bájeme 3 cambios, bájeme la libido, bájeme todo y dígame: ¿Por qué esa indignación a esta altura del partido? ¿Por qué no disfrutar de esa víspera? Porque no disfrutar el "antes" antes del "durante". Alguien alguna vez dijo que la víspera de un amor, ya es parte del amor. Por ende, disfrútelo, relájese, no se indigne por fanatismo a la soledad, no haga uso de la indignación como método escapatorio a la simple sensación de sentirse solo.
Espere, resista, controle ese orgullo de reina de Egipto y disfrute de lo que hay:
Que una víspera, es bastante, y jamás le va a sobrar.

Porqué la indignación toca directamente el orgullo, y el orgullo no es más que ese algo que nosotros mismos construimos a fuerza de las heridas, a fuerza de la experiencia y el miedo a volver a sufrir por una piedra con la que ya tropezamos.

¿La indignación no tiene nada positivo entonces? se preguntara usted, señorita, en su casa, mientras cocina y recuerda a ese ex novio que volvió al barrio cuando no tenia porqué volver...
No estimada, que usted además de indignarse gratuitamente, seguro habrá de haber aprendido algo, algo sobre tiempos, algo sobre orgullos, algo sobre futuros dulcemente inciertos y algo sobre no caer en errores reiterados del pasado. Haga su vida, la indignación póngala en la cacerola, racionalice, continúe cocinando y disfrute, que lo mejor siempre está por venir. Y si no aprendió nada, tal vez se está indignando sola frente a la hornalla por una simple razón, porque la razón de su indignación es usted misma.

Y no dude, no me discuta, no debata, no se excuse...

...Que me indigno fácil y empiezo a hablar sobre las mujeres de antes.




+mAro

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