martes, 10 de mayo de 2011

La memoria fotográfica de un ciego (Año y medio)

Esta ya es un alma de 70 años encerrada en un cuerpo de 25. Y no me vengan con lo bueno de crecer y madurar en base al dolor.
Seguro que si, ¿y?
¿De qué me sirve hacerme más fuerte tras cada golpe si cada golpe siguiente es aun más fuerte?
Hago todo, juro que hace mucho que hago todo por ser lo mejor que puedo ser. Juro que cada noche dormí tranquilo en base a lo que afirmo: soy mejor que antes. Créeme que soy mejor que antes.
Entonces lo triste de esta historia, es que no me sirve de nada.

Y no confundan, no es por la ausencia básica de un cuerpo femenino del que ya este blog se canso de dibujar, sino de otro tipo de ausencia, de otro tipo de herida. De un alma que ya es protagonista de un culebrón fílmico.
Un alma que se convirtió en una esponja a la hora de aceptar culpas, que se hizo cargo de todas y cada una de sus cagadas...
Y vos y yo sabemos que se hizo cargo de algunas que tal vez, hasta no le correspondían. Porque eso es lo que le enseñaron, porque eso es lo que aprendió.

Intenta ser lo más suave que puedas con mi consciencia. Ya este mago se quedo sin poderes, sin ganas y hasta sin vista. Adicto a esos reencuentros de par de meses, me convertí en un drogadicto del PH de tu saliva. Me cancelaron el trasplante de corazón por esta deficiencia que tengo en tu honor.

Es oficial, me estoy volviendo más viejo antes de tiempo.

Un alma que tiene cierta vergüenza, y a la vez es una caradura increíble que se posa en el cogote de este Asdetrebol y mueve esa venda de la boca a los ojos. Una vez más.

Sácame este invierno, devolveme mi verano. Estrújame en la seguridad de tus palabras, sácame esa duda que dejaste entre las sabanas. Aquel cuadro de depresión no queda bien en la pared de mi living. Ayúdame a barrer el polvo bajo mis suelas. Descongela el hielo de ese par de manos, devolvele la temperatura que sostuvo mis almohadas por unas semanas más.
Lo que yo repudio vos lo pedís a gritos.
Esta soledad ya no me pertenece, con ella ya no puedo dialogar ni un segundo más y durmiendo al borde de mi cama dándole la espalda a la nada, es algo hasta vergonzoso de ser admitido.
Me convertí en un extraño inmigrante en las inmediaciones de mi cama.

¿Es mi culpa?
Y si no lo es. ¿Por qué esta sensación de carga excesiva en mi espalda?
Entonces, seguramente lo será.

El amor me pasa por los costados, roza los hombros encogidos de una expresión inexpresiva.
Es como ver en un plasma de 40 mil pulgadas una fiesta a la que no fui invitado. Es disfrutar una alegría desde el ajeno silencio del abandono.

Cuídame de mi mismo, sálvame de esa almohada que amenaza cortarme el suministro de oxigeno, un día de estos.
Que el fondo nunca es el fondo, que tocarlo es algo que hasta ya deseo.
Que para tirar la toalla tiene que haber un rival al cual tirársela.
Que para superar un desamor tiene que haber un amor que olvidar.
Que para que haya un Knock-out, tiene que haber una piña lo suficientemente fuerte.
Porque para olvidarte, primero tuviste que haber estado...
Te pude haber hecho mi princesa si me hubieras dejado.

Que sos, no sos y volverás a ser las veces que quieras serlo. No se tener salida, no se tener punto final. Odiarte se volvió mi pastilla de carbón para todas las cagadas que me mando, y este blíster parece haberse quedado vacío.



-Mariano


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